Astorga, es una ciudad forjada durante más de
dos milenios, cabecera administrativa de la comarca de la Maragatería, que rebosa
historia en cada calle, plaza y esquina que se esconden dentro su muralla,del siglo IV d.C.
Toda esta
serie de acontecimientos históricos han dejado su huella. Desde sus orígenes
como campamento militar romano hacia el año 19 a.C, donde se asienta una
parte de la Legio X Gémina encargada de la incorporación al Imperio del territorio Astur, que con posterioridad seria
la ciudad encargada de la gestión de las explotaciones de oro del noroeste de
la provincia,Es al menos curioso que el estandarte
de esta legión tuviese como símbolo un toro, piel con la que se simboliza a
España. Como una piel de toro extendida. Así definió, a finales del siglo I a.
C., el geógrafo griego Estrabón la forma que tiene la península ibérica
plasmada en un mapa. De hecho, una de las metáforas más recurrentes de los
españoles durante décadas, fue la de referirse al país como nuestra piel de
toro.
El posterior asentamiento de los pueblos
visigodos en la península, hizo que Astorga fuera una importante villa dentro
de la zona controlada por los Suevos. Las desavenencias de estos con los
Visigodos hicieron que la ciudad fuera invadida y destruida en varias
ocasiones.De igual forma, con la llegada de los árabes,
esta situación se volvió a repetir, por lo que la ciudad vió muy reducida su
población y entró en un periodo de decadencia, del que fue saliendo
paulatinamente durante la Baja Edad Media.
Hasta la consolidación del Cristianismo; creándose, una extensa diócesis que llega
hasta nuestros días, yque junto con
el auge del Camino de Santiago y la creación del marquesado de Astorga en la
Baja Edad Media , regentado por la familia Osorio en el siglo XIV explica el origen del importante
patrimonio artístico religioso que Astorga posee actualmente.
Con lugares como la CATEDRAL
DESANTA MARÍA, que si miramos de frente,
al lado derecho, veremos la capilla de San Esteban, que perteneció a un antiguo
hospital de peregrinoscon
capilla propia y con una cofradía. En ella se encuentra la CELDA
DE LAS EMPAREDADAS. del
siglo XIV. Al lado izquierdo de la fachada principal, está la puerta de entrada
al Hospital de San Juan.
Casi adyacente al templo se encuentra
el PALACIO
EPISCOPAL de Astorga, obra modernista del arquitecto Antoni Gaudí,
formando ambos un armónico conjunto pese a las diferentes épocas en las que
fueron construidos. Hoy alberga desde 1963 el Museo de los Caminos. Tras la
destrucción por un incendio de su anterior residencia el Obispo Juan Bautista
Grau Vallespinós mandó construir el actual palacio a su paisano y amigo
personal, el arquitecto Antonio Gaudí.
El legado de la conquista romana se
puede ver por toda Astorga, por aquel entonces conocida como Asturica Augusta.
En la actual PLAZA
MAYORque se establece sobre el Foro Romano se encuentra el Ayuntamiento
de Astorga que data del siglo XVII, se considera uno de los mejores ejemplos
del barroco civil en León.
También se conservan los restos de una
DOMUS ROMANA construida a finales
del siglo I como vivienda noble. En la que destaca el mosaico del oso y los
pájaros dedicado a Orfeo, personaje de la mitología griega.
Esta junto con la MURALLA DE ASTORGA, son las dos únicas ruinas romanas que se
pueden visitar libremente.
El siglo XIX se inició con las
vicisitudes de la Guerra de la Independencia, la toma de la ciudad por las
tropas francesas y su posterior recuperación por el ejército al mando del
General Santocildes. Estos acontecimientos bélicos provocarán la destrucción de
parte de las construcciones urbanas anteriores como el castillo de los
marqueses y un sector del lienzo norte de la muralla.
También la llegada del ferrocarril, a
mediados de siglo trajo consigo, en los años posteriores la decadencia del
transporte arriero y la emigración a tierras americanas de parte de la
población de las comarcas cercanas a Astorga, pero el ferrocarril también
produjo en la ciudad un gran cambio social y urbano creado por el desarrollo de
la industrialización destacando las fabricación dechocolates artesanos, los hojaldres, merles , pastas y las afamadas
mantecadas de Astorga,
La visita a la Villa de Medinaceli será un maravilloso viaje en el tiempo, un recorrido por su historia que nos llevará a conocer su interesante patrimonio y los personajes importantes que aquí dejaron su huella.
Comenzamos nuestra visita, accesible a personas con movilidad reducida, en el Arco romanoconstruido en el siglo I, principal entrada a la ciudad y único en la península ibérica de tres arcadas .
El origen de esta Villa se encuentra en la antigua Occilis, ciudad celtibera de los belos, que ocuparon la parte alta del valle del río Jalón para levantar su asentamiento. Más tarde, los romanos se instalaron sobre un cerro al este de esa ciudad fundando la Occlis Romana, que durante la dominación de Hispania sirvió como campamento en su empresa de conquistar la ciudad celtibérica de Numancia y aquí comenzó a explotar las salinas en el valle, actividad que continuaría hasta 1994.
A los pies del asentamiento discurre la vía XXIV,
la que une Caesar Augusta a Emerita Augusta por Toletum.
Seguimos hacia la muralla y el mirador del Cid. Cuenta
la tradición que, en este lugar recogieron las huestes del Cid a su mujer e
hijas para partir junto a él a su exilio en tierras valencianas. Creen que el
autor del Cantar, o uno de los autores, pues se cree que fueron varios, pudo ser de Medinaceli.
En nuestro camino hacia la plaza de San Pedro, se nos aparece alguna casa blasonada.
En esa plaza se encuentran los restos musealizados de los mosaicos de una casa romana.
Seguimos el paseo y frente a nosotros se nos aparece el castillo,
siempre vigilante. Fue alcazaba árabe, ya que en esa época, fue capital de la Marca Media y posteriormente frontera entre Castilla y Aragón.
En su Alcázar,parece, según algunos autores, fue sepultado el caudillo Almanzor, procedente deMEDINA
AZAHARA, en agosto del 1002, presuntamente en la retirada de la batalla de Calatañazor, en la que según el romance sostiene que «en Calatañazor Almanzor perdió el tambor». De hecho, se sabe que en su última incursión
que tenía como objetivo la destrucción de los monasterios deYUSOy
deSUSO, en
San Millán de la Cogolla,uno de los focos espirituales de la cristiandad hispana, Almanzor se puso a la cabeza de su ejército durante esta, su última campaña, tras quemar el cenobio riojano, decidió una apresurada retirada hacia sus bases en Medinaceli, quizás por haber sido herido en esta incursión o por su edad ya avanzada (setenta y cinco años), el caso es que su salud se deterioró hasta el punto de que sucumbió de camino, en las cercanías de Bordecórex, tras repeler los ataques cristianos, según los estudios.
A partir del siglo XIV Medinaceli es condado y posteriormente ducado, pasando el castillo a ser residencia de los entonces condes
de Medinaceli, hasta
su traslado al Palacio Ducal que da con sus balcones a la Plaza Mayor y del que hablaremos más tarde.
El paseo, ahora nos acerca a la puerta
árabe, también llamada del mercado y junto al arco romano, uno de los dos accesos por la
muralla que en la actualidad se conservan en la villa, de los ocho que tenía originalmente.
Allí, junto
a la puerta, vemos una réplica del epitafio que según el historiador
árabe Ibn
Idari, se podía leer en la lápida de marmol blanca de Ibn Abi Amir Al Mansur: “Sus hazañas te enseñarán sobre él, como si
lo vieras con tus propios ojos. Por Dios que jamás volverá a dar el mundo nadie
como él, ni defenderá las fronteras otro que se le pueda comparar”.
Referente a la historia de la Villa, hacia 1129, el rey de Aragón, Alfonso
I El Batallador,
conquista definitivamente los territorios del alto Jalón, con Medinaceli y el
enclave de Molina. Poco tiempo después pasaría a manos
castellanas.
Muy próxima a la puerta, se encuentra también la ermita del Beato Julián de
San Agustín, conocido como Fray Julián de Alcalá, hijo ilustre de esta villa.
Se construyó la ermita entre 1841 y 1845 a cargo del ayuntamiento y los vecinos
de la villa de Medinaceli, en el mismo lugar que ocupaba la casa donde nació en
1553 y en el que previamente se había construido una pequeña capilla.
En su interior arca y en un relicario de plata donado por la familia ducal en 1826, se custodian los restos de quien además sirvió de inspiración a Lope de Vega para la obra: El por no saber y la vida de San Julián de Alcalá de Henares.A finales del mes de agosto se celebran las Fiestas del Beato Julián de San Agustín, el patrón de la villa.
Continuamos
el paseo y nuestra siguiente parada es la hermosa Plaza Mayor, donde antaño estuvo el antiguo foro romano.
Hoy está
completamente restaurada y pavimentada y tiene una superficie de unos cinco mil
metros cuadrados, enmarcados por algunos de los edificios más solemnes de esta
ciudad.
Entre ellos
cuales se encuentra la Alhóndiga, pequeño edificio
del siglo XVI reconocible por su fachada de doble galería con cuatro arcadas en
cada una y por el escudo ducal que preside su entrada. Nació como casa pública
destinada al comercio de cereal; la planta superior se convirtió en Casa del
Concejo.
Se trata, probablemente, de la construcción más antigua de la
plaza, y su construcción llama la atención desde un primer momento, siendo aún
hoy el edificio más fotografiado por viajeros y turistas.
En su fachada, podemos encontrar placas conmemorativas tanto al Cid como al poeta Gerardo Diego, que la llamó "CIUDAD DEL CIELO".
La parte trasera fue la cárcel del partido judicial.
Otro
de los edificios destacados, es el anteriormente mencionadoPalacio
Ducal de Medinaceli, edificio renacentista construido a lo largo del siglo XVII como sede de la Casa
de Medinaceli,
cuyos escudos están dispuestos en la fachada.Cayó en desuso ya durante el siglo XIX y se deterioró hasta la ruina casi total, estado en el que estuvo durante décadas hasta que concluyeron parcialmente los trabajos de restauración iniciados a finales de los años noventa. Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 1 de junio de 1979.
En su interior distribuido entorno a un patio de dos pisos, se inauguró en diciembre de 2008 un museo dedicado a exposiciones culturales, con diez salas que ocupan la práctica totalidad de la planta baja del antiguo palacio.
En él se muestra el mosaico
de la calle San Gil, descubierto con motivo de la remodelación de la
vivienda bajo la que se hallaba. Lo excavaron los arqueólogos C. Núñez y J.J.
Fernández entre los años 1984 y 1985. Está datado en la segunda mitad del siglo
II d.C.
Está organizado mediante cuatro franjas de motivos geométricos y
figurados, enmarcadas por elaboradas cenefas. La ejecución es muy buena, con
rica policromía (negro, granate, amarillo, marrón, verde y blanco). En el panel
central, rodeado por una línea de espiga, se disponían seis animales
fantásticos, en grupos de dos y separados por sendos motivos de cestería. Los
monstruos híbridos que se reconocen son una esfinge andante, un sátiro marino y
un grifo. También se distingue parte de un pájaro que pudiera pertenecer a una
arpía o sirena.
Desde la plaza mayor se puede vislumbrar la torre de la Colegiata, que aparece como un elemento arquitectónico más.
Continuamos
el tranquilo paseo saliendo de esta plaza por la esquina que comunica con
la Plaza Azotea, donde nos llama la atención una curiosa figura de la Virgen
con el niño, situada en la esquina de una de las viviendas que cierran esta
pequeña plaza.
Más
adelante, siguiendo la Calle San Román, antigua calle de la Sinoga o Sinagoga y vía principal de la judería
de Medinaceli, nos topamos con la bonita Casa Palaciega El Cuarteles de finales del siglo XV y hoy se ha reconvertido en un
hotel-restaurante.
Esta calle
es la que nos acerca a las ruinas del Beaterio de
San Román, una de las 12 iglesias que llegó a cobijar el recinto murado
de Medinaceli. Por su construcción, denotaba ser el templo más antiguo de la
villa ya que según Nicolás Rabal pertenecía “al estilo románico o más bien
mudéjar, pues tiene un tinte árabe muy marcado”. El exterior es de piedra con tres contrafuertes en talud que parecen soportar el empuje de muro, con una puerta de acceso de medio punto y ventanas adinteladas distribuidas sin lógica por los muros.
Sólo una espadaña de estilo renacentista
nos indica de la función que tuvo hasta hace poco. El historiador Nicolás Rabal
informa que dejó de ser parroquia a mediados del siglo XVI. Posteriormente se
convirtió en Beaterio manteniendo su culto hasta el último tercio del siglo XX,
cuando la congregación de jerónimas que lo habitaba, se trasladó a tierras
andaluzas.
Algunas teorías sostenían que el primitivo templo había sido una sinagoga. En la actualidad debido a su lamentable estado de conservación, se encuentra en la Lista Roja del Patrimonio y no es posible su visita.
Detrás de estas ruinas, unos metros fuera del perímetro de la muralla, puede visitarse la antigua Nevera Árabe, que fue utilizada durante siglos para preservar alimentos mediante la nieve que se conservaba bajo su bóveda, y gracias a su disposición en la ladera norte de la meseta.
Reanudamos el
paseo por su entramado de pequeñas calles y pasadizos para llegarnos a la Plaza
del Carmen.
Allí destaca
la torre y una de las dos portadas de la Colegiata de Santa María la Mayor,
construida sobre la planta de un edificio medieval a comienzos del siglo XVI, y
terminada en torno a 1540, según documentación recogida por la Junta de
Castilla y León. Poco antes, a finales del XV, la ciudad de Medinaceli contaba
con alrededor de doce parroquias románicas en torno a las cuales se articuló la
actividad, una vez superado el período de reconquista. Fue el duque quien
solicitó al Vaticano la unificación de todas ellas en una, la de Santa María.
Se trata de un edificio de estilo gótico tardío erigido en el lugar de
una iglesia románica de la que solo queda la cripta bajo el altar mayor. La otra
puerta del siglo XIX, da a la Plazuela de la Iglesia, y está cobijada por un
pórtico de tres arcos de medio punto. En su interior, destacan la Rejería
gótica (1634), que sirve para cerrar el Coro y la Capilla Mayor, y que guarda
también la hermosísima talla en madera del Santísimo Cristo de Medinaceli, donada
en el siglo XVI por los duques.
En esta
plazuela también nos llama la atención el edificio de una fábrica de pan y bollería.
En las
últimas décadas, la Villa ha sido restaurada intensivamente, conservado el
encanto de ciudad medieval y así, a cada paso, iremos descubriendo hermosos
rincones.
Finalizamos nuestra visita a Medinaceli en la Ermita el
Humilladero, un pequeño
templo cristiano de estilo renacentista situado en la encrucijada de caminos que conducen a varios pueblos y a Soria, construido con la intención de
purificar el alma de toda persona que pasase por el lugar y dedicase un poco de
su tiempo a rezar a la cruz de su entrada.
En su
elegante portada de doble arcada hay una inscripción que dice: "Empezóse esta obra en el año de 1568 y
acabóse en 1569, con las limosnas de los cofrades de la Santa Vera-Cruz y la
Humildad ó Soledad".
La sencillez de su arquitectura no la hace menos bella que las grandes iglesias y catedrales pero, por desgracia, el paso del tiempo ha hecho mella en su interior, visible por una pequeña ventana en la puerta, donde los frescos están agrietados e incompletos.
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