VERRACO DE CIUDAD RODRIGO


Es un una figura zoomorfa esculpida en piedra, prerromana, que se asocian a la cultura vetona, que se extienden por lugares de la Meseta del Occidente de la Península Ibérica, limitados en el norte por el río Duero y en el sur por el río Tajo, sobre lo que hoy son las provincias de Ávila (TOROS DE GUISANDO, enlace a nuestra publicación), Cáceres, Salamanca (verraco del Lazarillo de Tormes), Segovia, Toledo, Zamora y en determinadas ubicaciones del norte de Portugal.


Generalmente se ha venido asociando estas figuraciones, con la importancia que la ganadería tendría para este pueblo prerromano de cultura celta, que habitaron a partir del siglo V a.C., el terreno que hoy ocupa Ciudad Rodrigo.
Algunos historiadores y arqueólogos, han identificado la actual Ciudad Rodrigo, con la ciudad de los vettones llamada Miróbriga, quizás la presencia en la ciudad de esta escultura zoomorfa sea una prueba de ello.


El verraco de Ciudad Rodrigo, parece encarnar un cerdo macho (reproducto). Una característica de esta escultura es que presenta un leve movimiento, al avanzar las patas delanteras, algo poco habitual en este tipo de esculturas zoomorfas que suelen ser más estáticas, repitiendo siempre la misma postura, de pie y sobre una peana.


Las patas delanteras están delimitadas mucho mejor que las traseras, aunque la cara no aguantó todos los embates temporales, la cabeza se distingue perfectamente del resto del cuerpo. Y como en muchos otros ejemplares, los genitales tienen un tamaño desmesurado.


No se sabe cuál es su significado. Se cree que pudieron tener alguna relación con los ritos funerarios, servir de límite en las zonas de pastoreo o usarse como ofrenda a algún dios.
Este verraco de granito ocupa la totalidad de una minúscula rotonda, a los pies del alcázar de la ciudad, mandado construir por el rey Enrique II en 1372; hoy parador nacional.

  
 El número de verracos documentados que han llegado hasta nuestros días son algo más de 400, de diverso tamaño y tipología, aunque se cree que posiblemente puede haber algunos más, todavía sin descubrir.
 Actualmente lo que podemos contemplar es la talla en piedra sin más, pero hay bastantes indicios de que estaban adornados con algunos otros elementos. Por ejemplo, los orificios que tienen muchos de ellos a la altura de los cuernos debieron ser usados para incrustar algún tipo de cornamenta de madera o material similar.
 También aparece frecuentemente a la altura del lomo unas pequeñas concavidades que quizás servían para la realización de determinadas ceremonias o rituales relacionados con estos animales. Además, posiblemente los verracos fueran figuras policromadas.


Su función aunque no está clara, todo parece indicar que tenían principalmente funciones religiosas, protectoras, además de señalización de zonas de pastos y de vías de comunicación pecuaria. Los verracos realizados por los vetones habitualmente eran más grandes que los romanos.


Su utilización fue de decayendo hasta que dejaron de tener uso a partir del siglo II d.C.

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