LOS TOROS DE GUISANDO, AVÍLA

Los Toros de Guisando son un conjunto escultórico vetón que se ubica en el cerro de Guisando, al lado de la Cañada Real Leonesa Oriental, en el término municipal de El Tiemblo, provincia de Ávila.

Corresponden a cuatro figuras de animales realizadas en granito que sorprenden, entre otras cosas, por su esquematismo, su belleza plástica y sus considerables dimensiones de más de un metro y medio de alto por cerca de tres metros de largo.


Los rasgos de las figuras de Guisando, que datan de los siglos II o I antes de Cristo, coinciden con las de un conjunto de esculturas denominadas verracos.

 Sus rasgos morfológicos y anatómicos son esculpidos, poseen cabeza con mandíbula, morros, ojos, orejas y los agujeros para la cornamenta postiza. Cuello con arrugas, papadas bajo la mandíbula y encima de la cabeza el morrillo. 

El cilindro central está formado por el tronco con el espinazo hasta la grupa y en la parte inferior el vientre, marcado desde el arranque de las extremidades mediante la indicación de las axilas.

 Bajo el vientre se distingue el pene. Las extremidades con antebrazos, rodillas y pezuñas, atrás las caderas y la culata, distinguiéndose ano y testículos.

 Los cuatro son machos. El rabo suele representarse hacia arriba, sobre la nalga izquierda.

El tercer tiene una grapa de hierro, que une las dos partes del toro.

 Esa figura fue partida por un rayo antes de 1571 y reconstruida en 1920 en cuya fecha se encontró enterrada su mitad delantera en su primitivo emplazamiento y su mitad trasera a 130 pasos; gracias al plano del paraje y la disertación de los toros de Gisando realizada por don José Cornide en el siglo XVIII.

 Uno de los toros tiene una inscripción en latín que dice «Longinus Prisco – Calaet q patri fc», que se traduciría como: “Longinus mandó hacer (este monumento) a su padre Prisco, de los Calaeticos”. Otras dos esculturas la segunda y la cuarta, también tienen inscripciones, pero las letras están borrosas.

Un detalle, de la cadera y de la pata trasera derecha, se observan unas trazas en zigzag desde la cadera a la rodilla y dos rayas paralelas a la altura de esta , todos tienen esas mismas marcas. Esto indica que las cuatro figuras estabas ornamentadas para algún tipo de rito.

En el costado izquierdo del primer toro, siglos atrás, se intentó acceder a su interior creyendo en la existencia de algún tesoro oculto dentro de ellos.

Los Toros de Guisando se encuentran costado contra costado, formando una línea en dirección norte-sur, y todas ellas miran hacia el oeste, a la loma del cerro de Guisando. 

Ruinas del Monasterio de San Jerónimo en el cerro.

Estas representaciones son típicas del centro de la Península Ibérica, contándose más de 400 figuras distribuidas sobre todo en Extremadura, centro de Portugal y Castilla y León, aunque la mayor concentración de esculturas se corresponde con las provincias de ZAMORASALAMANCA y ÁVILA

VERRACO DE TORO, Zamora. (enlace a nuestra publicación)
VERRACO DE LEDESMA, Salamanca (enlace a nuestra publicación)

VERRACO DE CIUDAD RODRIGO, Salamanca. (Enlace a nuestra publicación).

El hecho de que el territorio por el que aparecen diseminados coincida en su mayor parte por el área ocupada por la tribu de los vettones, la población indígena que ocupaba estas tierras cuando se produjo la conquista romana, hace que se les considere como la manifestación artística más característica de este pueblo fundamentalmente ganadero. Y es que el ganado -vacas, toros, cerdos- y la caza -jabalíes- les procuraban carne, leche, cuero y estiércol, productos de importancia vital. De ahí que erigiesen toscas representaciones, llamadas verracos, de cerdos, jabalíes y toros, como estas de Guisando.

Se les atribuye una función mágico-religiosa destinada a favorecer la fertilidad y protección del ganado, sin descartar su utilización como señales demarcadoras de zonas de pastos de la aristocracia vetona. No acaban aquí las hipótesis y conjeturas en torno a la función que ejercían estos verracos. El escritor Baltasar Cuartero y Huerta, afirma que los Toros de Guisando podrían ser parte integrante de un monumento necrológico, que ejerciera de templo o panteón de personajes notables.

Diego Rodríguez de Almella, en su tratado Compilación de las batallas campales (1487), refiere cómo a la muerte de Escipión el Africano (en el año 183 a.C.) los hispanos se alzaron en armas, por lo que Roma envió contra ellos a un capitán llamado Guisando, quien, tras dura batalla en tierras de Toledo en un lugar llamado Cadalso, alcanzó una aplastante victoria, en memoria de la cual hizo labrar cuatro estatuas de piedra, a quienes en su tiempo daban el nombre de los Toros de Guisando.

 

Lo que resulta llamativo, es que los Toros de Guisando se asientan sobre una zona de gran fuerza telúrica. En Guisando se dan ocasionalmente tormentas eléctricas, y no es de extrañar que en la antigüedad este emplazamiento fuera considerado un lugar de poder, un paraje utilizado por los pueblos primitivos para conectar con sus dioses, en pleno contacto con las fuerzas de la naturaleza. Por lo que tampoco hay que descartar entonces su papel mágico protector de las personas. Los verracos jugarían un papel similar al que ejercían los Lammasu, Leones alados que los antiguos persas situaban en las puertas de sus ciudades. Así parece evidenciarlo el toro labrado sobre una roca encontrado en la misma puerta de San Vicente de la muralla de Ávila.

Imajen recojida de: http://storage.ning.com/topology/rest/1.0/file/get/1558622546?profile=original

Teniendo en cuenta las interpretaciones previas que habían clasificado a los verracos en tres grupos según sus localizaciones, el Catedrático de Prehistoria Luis Berrocal, tras sus investigaciones, concluye: "Gracias a la estadística pudimos confirmar que los tres tipos de verracos existentes corresponden a distintas finalidades, desde los más naturalistas hasta los romanos". "Unos estaban destinados a la defensa de los recursos naturales, otros a la del oppidum y otros a las almas de los difuntos, pero todos tenían la misma función: la de proteger".

No se trata de la única ocasión en la que el enclave de Guisando ha tenido un carácter conmemorativo. En este mismo lugar, muchos siglos después, en concreto el 19 septiembre del año1468, el rey Enrique IV de Castilla declaró heredera de su reino a su media hermana, la infanta Isabel (que luego se convertiría en la Católica), despejando de esta forma el camino para que se unieran los reinos de Castilla y Aragón tras la boda de Isabel con el rey aragonés don Fernando.



Hoy, de esa Venta Juradera apenas quedan rastros.

Recreación del Pacto de los Toros de Guisando

TODA LA INFORMACIÓN INCLUIDA EN ESTA PUBLICACIÓN, HA SIDO RECOGIDA DE LOS SIGIENTES ENLACES:

https://es.wikipedia.org/wiki/Toros_de_Guisando

https://www.lugaresconhistoria.com/toros-guisando-avila

https://www.elespanol.com/cultura/patrimonio/20200120/verdadera-funcion-verracos-extranas-esculturas-celtas-peninsula/460954170_0.html

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