ASTUDILLO

Durante una de nuestras aventuras por la PROVINCIA DE PALENCIA (enlace a nuestra publicación), nuestro recorrido nos llevó a pasar por Astudillo, población vinculada a la mujer de un amigo de la infancia. Así que aprovechamos la ocasión para hacer una parada breve e improvisada, sorprendiéndole con el pequeño detalle: enviarle unas fotos que, esperábamos, les transportara de nuevo a ese lugar y les hiciera sentir como si estuvieran allí, reviviendo momentos especiales.

Pero al final, los sorprendidos también fuimos nosotros mismos, pues Astudillo resultó ser un auténtico tesoro escondido, ofreciendo al visitante uno de los conjuntos monumentales más interesantes y armoniosos de la provincia de Palencia. De hecho, en 1995 fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de conjunto histórico-artístico.

Buena muestra de la importancia que alcanzó esta villa durante la Edad Media son los restos conservados del CASTILLO DE LA MOTA y sus murallas (Puerta de San Martín y torreón en el Monasterio de Santa Clara).

Foto de https://www.palenciaturismo.es/visitar/localidades/astudillo

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Los restos románicos de las iglesias de Santa María de Dehesa de Espinosilla, Santa María de Valdeolmos, y del Santísimo Cristo de Torre Marte, fuera del núcleo urbano.

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Dentro de la población se encuentran las iglesias góticas de SAN PEDROSANTA MARÍA y SANTA EUGENIA, atesorando un impresionante patrimonio artístico, como los retablos que a finales del siglo XVI realizó Hernando de la Nestosa para las parroquias de San Pedro y Santa María o las obras reunidas en el MUSEO PARROQUIAL DE SANTA EUGENIA (tallas góticas, retablo mayor hispano-flamenco, colección de orfebrería religiosa, mosaicos romanos).

Pero sin duda, el monumento más singular de Astudillo es el REAL MONASTERIO DE SANTA CLARA, fundado a mediados del siglo XIV por María de Padilla, ​ querida del rey de Castilla Pedro I de Castilla. En su iglesia de estilo gótico-mudéjar cabe destacar el artesonado y las yeserías del coro.

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Junto al templo, Pedro I y María de Padilla edificaron un PALACIO con fachada de formas islámicas cuyas salas, adornadas con alfarjes y yeserías, albergan un interesante museo de obras mudéjares y arte sacro. En el recinto de este palacio se puede visitar una de las mejores exposiciones de belenes de todo el mundo en distintos materiales.

Foto de https://www.palenciaturismo.es/visitar/localidades/astudillo

La localidad conserva su laberíntica trama urbana de origen medieval. Estrechas calles y pequeñas plazoletas donde encontraremos grandes casas solariegas de los siglos XVII-XVIII, el antiguo Hospital, la ermita de La Cruz y buenos ejemplos de la variada arquitectura tradicional de esta comarca.

Su PLAZA MAYOR PORTICADA es una de las más pintorescas de la provincia. En lo alto de la torre del reloj de la casa consistorial, de cara a la Plaza Mayor, rematado por la corona condal y con el lema «In primis nobilis Villa Stutilium viri sui fidelissimi» en la divisa, podemos ver el escudo con alusión a los hechos históricos locales a través de motivos heráldicos en los respectivos cuarteles y el título de «Muy Noble e Ilustrísima».

Dispone de un VIEJO PUENTE de origen medieval sobre el río Pisuerga, rehabilitado y transformado a lo largo de los siglos XVI y XVII y definitivamente reconstruido en 1779 durante el reinado de Carlos III como indica una placa grabada en una pila de la cabecera derecha del puente. También se puede ver un conjunto de pontones y un largo muro de acompañamiento, todo ello de buena fábrica de sillería, de época clasicista y que salvan el Arroyo Parboño, prácticamente junto al río Pisuerga.

Foto de https://es.wikipedia.org/wiki/Astudillo

De obligada visita son las GALERÍAS Y LOS PASADIZOS SUBTERRÁNEOS ubicados alrededor del cerro de La Mota y de los barrios de Santa María, San Vítores y Nuevo. Estas estructuras hipogeas, de origen incierto, con más de 2.000 metros horadados de galerías debajo del casco urbano se añaden al cercano barrio de bodegas excavadas en las laderas del páramo, donde reposa el afamado vino de la tierra conocido como «Clarete de Astudillo».

Foto de: https://siempredepaso.es/astudillo-y-sus-bodegas-palencia

No hay que olvidar los palomares, típicas y preciosas construcciones populares que salpican el territorio de Tierra de Campos desde tiempos inmemoriales.

Uno de los viejos oficios que persisten es la antigua técnica de LA ALFARERÍA de los cacharros, desde la preparación del barro hasta la cocción en el horno. Las piezas más cotizadas de los alfares astudillanos son los cántaros vidriados (el Cántaro de Boda o de Novia) y los diversos botijos (el Botijo de la Pasión de Cinco Asas y el Botijo de la Pasión de Rosca). En la actualidad, aunque se pueden ver los restos de los antiguos hornos de tipo árabe a las afueras del casco urbano constituye una experiencia observar al artesano trabajar en directo cualquier tipo de cacharro sobre el torno manual.

Foto de: https://turismoastudillo.blogspot.com/p/la-alfareria-tradicional-en-astudillo.html

Finalmente, la oferta gastronómica se mantiene viva en los bares con las tapas y en las bodegas cuando se comparte la merienda que sale de las ascuas o se conforma con embutidos de la matanza, con chicharro en escabeche y con queso de oveja curado del Cerrato. En el menú adquiere protagonismo tanto el primer plato, un «plato de cuchara» de sopas de ajo o de sopa tostada, un segundo plato de asado de lechazo churro, y de postre un dulce casero de los obradores locales. En los días festivos señalados en el calendario, no pueden faltar en las casas algunos de los platos citados, ni en las calles las muestras de danzas acompañadas de los dulzaineros.

Foto de: https://turismoastudillo.blogspot.com/2024/09/callejeando-con-los-dulzaineros-de.html

¡Definitivamente, este es uno de esos lugares que tengo en mi lista de “imperdibles” y que espero algún día explorar a fondo!

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SAN MIGUEL DE LAS DUEÑAS, CONGOSTO

Aunque fundado en el siglo X, el conjunto arquitectónico que ha llegado a nuestros días corresponde fundamentalmente a los siglos XVII y XVIII.

El Monasterio debió ser fundado entre los años 970 y 980 por el tenente del Castillo de Luna y alférez real, el conde Gonzalo Bermúdez, favorito de Ramiro III de León. Su advocación original era San Miguel de Almázcara. El texto más antiguo que documenta su existencia, custodiado en el Archivo de la CATEDRAL DE LEÓN (enlace a nuestra publicación), está fechado en 998; en él se da parte de cómo Bermudo II, sucesor de Ramiro III, castigó a D. Gonzalo con la confiscación de bienes por la revuelta que éste había protagonizado desde el castillo de Luna. Uno de los bienes confiscados era el Monasterio berciano, entregado por el monarca a Sampiro, notario real y posteriormente obispo de Astorga.

En el siglo XI quedó sujeto al control secular del Infantado. En 1152 la infanta D. Sancha Raimúndez, apoyada por su hermano, Alfonso VII el Emperador, restauró el cenobio, lo dotó de grandes heredades e instaló en él una comunidad de monjas sujetas a los abades del MONASTERIO DE SANTA MARÍA DE CARRACEDO (enlace a nuestra publicación). Cuando años después la abadía carracetense adoptó la regla del Císter, este de San Miguel, como filial, hizo lo propio. Así, desde principios del siglo XIII el cenobio de Almázcara quedó bajo la jurisdicción de San Bernardo. A partir de este momento, pasó a ser conocido como San Miguel de las Dueñas.

La vida de la comunidad permaneció estable hasta 1505. En este año el Capítulo General de la Congregación de Castilla suprime el monasterio, sus rentas se destinan al colegio cisterciense establecido en Salamanca y las religiosas se trasladan Monasterio de San Guillermo de Villabuena. Allí estarán hasta que en 1525 una riada asola San Guillermo y ambas comunidades vuelven a ocupar el de San Miguel. Fue el comienzo de una nueva etapa de prosperidad, en la que las monjas ampliaron la fábrica arquitectónica con la construcción de nuevos claustros e iglesia, y consolidaron su hacienda y patrimonio. En el siglo XIX, la Desamortización acarreó a las monjas una exclaustración que se prolongó durante 26 años. Pierden gran parte de su patrimonio artístico pero, en cualquier caso, logran regresar pocos años después, en 1861. Desde entonces la comunidad no ha vuelto a abandonar la casa, incluso se han incorporado algunas religiosas llegadas desde otros conventos, como ocurrió en el año 2000 cuando un grupo de cinco monjas procedentes del Monasterio de San Bernardo de ALCALÁ DE HENARES (enlace a nuestra publicación) se trasladó hasta San Miguel.

De la construcción medieval románica, que constaba de un sencillo templo con claustro adosado, nada queda, más allá de algunos vestigios aislados, a raíz de la transformación integral acometida entre los siglos XVI al XVIII. La fábrica que nos ha llegado se encuadra en un sobrio barroco conventual clasicista.

Atravesando una cerca de mampostería y una portada de sillería de aires barrocos (pese a corresponder su construcción a los primeros años del siglo XIX) consistente en arco rebajado flanqueado por pilastras molduradas y coronado con frontón partido, se accede a un compás o espacio empedrado y ajardinado que distribuye las diversas dependencias monacales, construcciones levantadas en los siglos XVII y XVIII.

De ellas, la IGLESIA es la única parte del Monasterio que puede visitarse, perteneciendo las demás dependencias a la clausura, si bien hace pocos años las hermanas acondicionaron una pequeña parte de la clausura como museo, que recoge un muestrario de orfebrería litúrgica, tejidos, bordados y otro ajuar monjil.

A la iglesia se accede por una portada barroca clasicista abierta en el muro del Evangelio (norte). Consta de una parte inferior consistente en un arco de medio punto entre pilastras molduradas; encima, una hornacina acoge una imagen del titular de la casa, San Miguel Arcángel; a modo de remate, tres escudos, el central con los blasones de la Corona real, y los laterales, alusivos a la Orden del Císter.

En el interior destaca el retablo mayor barroco; el retablo del calvario; la cajonería de nogal de la Sacristía; y el célebre retablo-relicario del coro, dorado y policromado de finales del siglo XVII que contiene, distribuidos en cinco cuerpos más la predela y en cinco calles, 27 bustos con reliquias de santos, y que preside un Crucificado; y a los pies del mismo, un Cristo yacente del XVI, procedente de Alcalá de Henares.

Retablo Mayor: https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_San_Miguel_de_las_Due%C3%B1as

Retablo del calvario: https://es.wikipedia.org/wiki/Monasterio_de_San_Miguel_de_las_Due%C3%B1as

CORO,. Foto de la página: https://www.monestirs.cat/monst/annex/espa/calleo/lleo/cmiguel.htm

La PORTERÍA presenta fachada con portada de dos cuerpos: el inferior acoge arco escarzano elevado con la clave sobresalida entre pilastras; el superior se articula con una ventana flanqueada por dos hornacinas aveneradas que cobijan modernas estatuas de San Benito y San Bernardo.

Poseo dos CLAUSTROS: el Principal o Reglar y otro menor o de la Portería, también llamado del Palacio, por ser la zona que habitaban antiguamente las abadesas. El Claustro de la Portería dataría de 1683; es una obra sencilla y austera, con dos alturas de 12 arcadas de medio punto cada una, tres por panda, unidos en sus bases por antepechos.

Foto de la página: https://www.turismocastillayleon.com/es/patrimonio-cultura/monasterio-san-miguel-duenas

El Claustro Reglar lo proyectó en 1741 Gaspar López, arquitecto de la Catedral de Astorga, si bien su fábrica se prolongó hasta 1803. De grandes dimensiones, es también sobrio pero equilibrado, con dos alturas y 9 arcos de medio punto por panda.

En la ESCALERA PRINCIPAL, construida en 1756, el ornamento principal es la imagen de la Virgen entronizada con el Niño y relieves con seis figuras de apóstoles. Son obras del siglo XIII, extraídas de su ubicación original en el antiguo monasterio románico y embutidas en la construcción barroca.

Foto de la página: Románico Digital

La actual SALA CAPITULAR fue levantada en 1754, reaprovechando para la portada la anterior románica tardía, abocinada y con cuatro arquivoltas de medio punto que descansan en cimacios y capiteles historiados.

Foto de la página: https://www.romanicodigital.com

Otras dependencias a resaltar son la CASA DE LA CONFESORÍA u Hospedería y la CASA DE LOS CAPELLANES.

Esta declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Monumento Histórico-Artístico Nacional desde 1992.

Por último, señalar que frente a la portada de la iglesia se alza un hermoso CRUCERO, en el que sobresale su cruz con imágenes.

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https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/19560

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ERMITA DE SANTA MARÍA DE QUINTANILLA DE LAS VIÑAS, BURGOS

La ermita de Santa María de Quintanilla de las Viñas, es una de las joyas de la arquitectura prerrománica española, enclavada en un paraje natural de gran belleza, en pleno alfoz de Lara y a apenas medio kilómetro de la localidad de Quintanilla de las Viñas. 

Es esta una tierra, la de Lara, rica en historia como pocas. Asentamientos prehistóricos, castros celtíbericos, villas romanas y, por supuesto, el castillo en el que nació el considerado primer conde soberano de Castilla, Fernán González.

Además, muy cerca están la localidad medieval de COVARRUBIAS; el MONASTERIO DE SANTO DOMINGO DE SILOS;  las ruinas de otro milenario cenobio, el de SAN PEDRO DE ARLANZA ; o yacimientos como el de LA PEDRAJA, que constatan la antigua presencia de dinosaurios (enlaces a nuestras publicaciones). Todo ello, en plena Cuna de Castilla.




Esta ermita fue declarada Monumento Nacional en el año 1929. Apenas unos años más tarde de que el párroco del lugar, Bonifacio Zamora, la "descubriera" entre la maleza e intentara atraer el interés de los especialistas. Entre ellos el del historiador y arqueólogo burgalés Luciano Huidobro.

Lo que hoy vemos de la ermita de Santa María o de Nuestra Señora de las Viñas es una pequeña parte del templo original. En concreto, la cabecera y parte del crucero de la iglesia. Es un templo que bien pudo formar parte del conjunto monacal de Santa María de Lara que citan las fuentes medievales.

Debido a una dedicatoria de difícil interpretación, los orígenes de este edificio son muy controvertidos, hasta el punto de que existen dos planteamientos historiográficos distintos formulados por dos autores, Luciano Huidobro y Ricardo de Orueta. El primero, apoyaba la idea de que el monumento era una construcción mozárabe de finales del siglo IX o principios del siglo X. El segundo, siempre defendió que se trataba de una iglesia visigótica de fines del siglo VII, posiblemente una de las últimas que se construyeron, junto con Santa María de Melque y SAN PEDRO DE LA NAVE (enlace a nuestra publicación), antes de la invasión árabe.

Durante gran parte de su historia, Santa María de las Viñas dependió del Monasterio de San Pedro de Arlanza. Esto hizo que fuera perdiendo importancia hasta caer en el olvido. Aún así, las excavaciones realizadas en el entorno han permitido conocer la planta y dimensiones del edificio original. Contaba este con forma de cruz latina, con tres naves en el brazo principal y una en el transepto. A ambos lados del crucero se abrían dos estancias cuya función exacta es desconocida. Aunque responderían a la compleja liturgia de la época. El ábside es de planta rectangular. A los pies contaba con un pórtico de acceso. Todo ello, con unas dimensiones muy amplias para el momento en que se construye, unos 23 metros de largo y 21 en su parte más ancha.

Para la construcción de la iglesia se reutilizaron sillares de origen romano. Se llevó a cabo con sillares de gran tamaño colocados a hueso. Es decir, sin emplear tipo de argamasa, algo habitual en la arquitectura visigoda.

La piedra empleada es de tres tipos. Por un lado, piedra caliza amarilla y blanca, procedente de las cercanas canteras de Hontoria. De esas canteras salió la caliza con la que se construyó, siglos más tarde, la CATEDRAL DE BURGOS (enlace a nuestra publicación) y otros destacados monumentos burgaleses (Arco de Santa María, retablo mayor de la iglesia de San Nicolás de Bari,...). También se utiliza piedra arenisca marrón y mármol para algunas columnas. Para el abovedamiento se emplea toba calcárea.

La ermita de Quintanilla de las Viñas cuenta con una riquísima decoración escultórica. En su parte exterior, la cabecera está decorada con tres frisos corridos, decorados con bajorrelieves, de talla plana y con fondo neutro. Los dos inferiores tienen continuidad con los que decoran también los brazos del transepto.

Los frisos están decorados todos con roleos, cintas entrelazadas y sogueadas que forman círculos tangentes. En el superior predominan los cuadrúpedos. Encierra figuras de toros, grifos, leopardos y ciervos entre motivos vegetales.





En el intermedio se representan aves variadas (quizás perdices y pavos reales), rosetas y tres misteriosos monogramas en el lado norte del testero.










Hay numerosas interpretaciones sobre el significado de esas letras. El último monograma puede interpretarse como F(e)C(e)R(u)N(t). 

Por lo que los otros dos serían dos nombres de persona: ¿F(l)AN(o)L(a)? y ¿DAN(i)L(a)?. ¿Recuerdan a los canteros o a los donantes de la iglesia? Lo cierto es que las, hasta ahora, poco exitosas interpretaciones de estas letras han servido para apoyar o rebatir las distintas teorías sobre la filiación y datación de la ermita. En la parte sur del propio testero, quedaron los huecos preparados para otros tres monogramas que no se llegaron a tallar.

Por último, el friso inferior se decora con roleos que encierran palmetas, racimos de uvas, que recuerdan a los motivos vegetales del “maestro de Nave” pero con una talla algo más rudimentaria, e incluso, una concha sobre la actual puerta de entrada.


Estos frisos le otorgan a la ermita de Quintanilla de las Viñas una vistosidad y elegancia extraordinarias.

Entre la decoración interior destaca, sin duda, el imponente arco toral, el más perfecto e interesante de la arquitectura visigoda. Es un arco de herradura peraltado, característico del arte visigodo. Las dovelas del arco se decoran con relieves similares a los descritos en el exterior (palmetas, racimos de uvas y aves). El arco descansa sobre dos enormes bloques trapezoidales que hacen la función de capiteles. Sus frentes están decorados con excepcionales relieves de gran belleza plástica y valor simbólico. Por último, una pareja de columnas de mármol aparentan soportar el arco.

Foto de la página: https://www.terranostrum.es/turismo/ermita-de-nuestra-senora-de-las-vinas

En cada uno de los dos capiteles aparece representada una pareja de ángeles sosteniendo un medallón. En el interior de los medallones, representaciones antropomorfas del sol, en el capitel sur, y de la luna, en el norte. Por si no estuviera clara su interpretación, aparece una inscripción con las palabras "SOL" y "LUNA". Tradicionalmente se han identificado con Cristo y con la Iglesia o con María. El capitel sur cuenta con una segunda inscripción en su borde superior: "†OC EXIGVVM EXIGVA OFF(ert) D(e)O FLAMMOLA VOTUM". Podría traducirse como "La humilde Flámula ofrece este modesto voto a Dios". Junto con los anagramas del exterior nos podría dar la pista definitiva sobre la cronología de la iglesia.

Foto de la página: https://www.guiasturisticosburgos.com/blog/ermita-quintanilla-vinas-burgos.htm

Encima de la clave del arco hay otro bloque de piedra tallado. Representa a Jesucristo con nimbo crucífero y en actitud de bendecir. Además, hay otros dos grandes sillares tallados descontextualizados. Pudieron formar parte de un segundo arco toral arruinado. En ambos, de nuevo, dos figuras antropomorfas rodeadas por ángeles. Una de ellas porta una cruz patada en la mano. Seguramente, representación de Cristo. La otra tiene la mano sobre el pecho. Puede tratarse de una mujer. En ese caso, sería la Virgen María. Aunque el hecho de que no lleven nimbo podría apuntar a otra posibilidad, que sean los donantes.

Foto de la página: https://www.arteguias.com/ermita/quintanilladelasvinas.htm

Aparte de estos dos últimos sillares citados, había, al menos, otros dos. Fueron robados de la ermita en el año 2004. En 2019 se recuperaron gracias a la labor del investigador Arthur Brand. Decoraban el jardín de una aristócrata inglesa que estaba a punto de desprenderse de ellos arrojándolos al río Támesis. Les responsabilizaba del fallecimiento repentino de su esposo. El mal fario se agravó cuando se enteró de que la persona que se los vendió, por unos 40.000 euros, también había fallecido poco después de la venta. De hecho, había colocado boca abajo los sillares para no ver los relieves y los ojos vacíos de las figuras representadas en ellos. Actualmente, se conservan en el MUSEO DE BURGOS. Cada uno de los sillares pesa cerca de 40 kilos. En una de sus caras tienen tallados en bajorrelieve unas figuras humanas con libros en sus manos. Se han interpretado como la representación de dos de los evangelistas. 

Han sido muchos los especialistas que han estudiado Nuestra Señora de las Viñas en los últimos cien años. En líneas generales, podemos hablar de dos teorías o corrientes acerca de los orígenes y datación de la ermita: Un primer grupo de investigadores, entre los que se encuentra Luciano Huidobro, la consideran uno de los mejores ejemplos de arquitectura visigótica de España. Se construiría antes de la invasión musulmana, año 711, en los últimos años del reino visigodo. Es decir, a finales del siglo VIII o principios del IX. Es la teoría tradicionalmente más aceptada. Así, los defensores de esta opción argumentan la semejanza arquitectónica con otras iglesias visigodas. Por ejemplo, el arco de herradura central, los sillares colocados a hueso, sin argamasa, y el tipo de planta. También hay muchas similitudes entre los frisos de Quintanilla y los de otra supuesta iglesia visigoda, la mencionada SAN PEDRO DE LA NAVE (Zamora).

En las excavaciones realizadas en la iglesia se encontraron algunas piezas que apoyarían esta datación visigoda.

El nombre Flámola, que aparece en la inscripción como donante, era muy habitual en la época. No tiene necesariamente que referirse a la Flámola, esposa del conde Gonzalo Téllez, del siglo X. De ser esa misma mujer, puede no ser la responsable de la fundación sino de una reforma posterior.

Otro importante grupo de investigadores apuntan por una datación posterior, finales del siglo IX o comienzos del X. Es el momento en que este territorio empieza a revitalizarse con la repoblación cristiana y el fortalecimiento del Condado de Castilla. Sería, por lo tanto, un templo prerrománico de repoblación. El argumento fundamental de esta corriente está en la Flámola citada como donante. Un documento del Cartulario de Arlanza, del 912, menciona a una tal Flámola y a su esposo, el conde Gonzalo Téllez, como donantes del Monasterio de San Pedro de Arlanza. Este documento y la inscripción de Quintanilla probarían que Flámola y Gonzalo fundaron ambos monasterios, Arlanza y Lara.

En las figuras de animales de los frisos se vería claramente la influencia del arte persa sasánida. Una influencia que llegaría a Castilla a través del Califato de Córdoba. Además, la utilización de grandes bloques prismáticos como capiteles está presente también en la arquitectura prerrománica asturiana. Por último, los rasgos de los personajes de los relieves son comparables a los de los primeros Beatos.

Otra de los misterios que rodean a la ermita de Quintanilla de las Viñas es el de los relieves del Sol y la Luna en el arco triunfal, lugar de máximo protagonismo en una iglesia cristianas. Sobre ello se ha vertido la posibilidad de que se tratase de un templo de un grupo no católico. Los defensores de esta hipótesis se basan en que la España visigoda era todavía muy heterogénea religiosamente y que además de los judíos que profesaban su propia fe, el Cristianismo primitivo tenía vivas muchas tendencias como la arriana o las gnósticas y maniqueas orientales.

De esta manera a su belleza siempre se le sumaran sus encantadores enigmas. La ermita de Quintanilla de las Viñas es uno de esos escasos edificios conservados en España previos al románico. Es una etapa oscura, llena de interrogantes, que sigue dando quebraderos de cabeza a los historiadores.

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