En una de nuestras visitas a tierras salmantinas, nos acercamos a conocer Ciudad Rodrigo, una insigne plaza fortificada declarada Conjunto Histórico-Artístico, que encierra entre sus muros un rico patrimonio de edificios civiles y religiosos, encabezados por su Catedral y su Castillo.
El actual emplazamiento de Ciudad Rodrigo, un cerro rocoso a orillas del río Águeda, estuvo poblado ya desde el Neolítico. Hacia el siglo VI a. C., los vetones, tribu de origen celta, fundaron la ciudad de Miróbriga y se establecieron allí, quizás la presencia en la ciudad la figura prerromana esculpida en piedra de este VERRACO (enlace a nuestra publicación), sea una prueba de ello.
Cuatro siglos después, los romanos conquistarían la ciudad, que pasó a llamarse Augustóbriga, en honor del emperador Octavio César Augusto. Testigos de aquella época son las Tres Columnas, enigmático monumento que aún permanece en pie a la entrada de la urbe y que hoy forman el escudo heráldico de la Ciudad.
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Foto de: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Escudo_de_Ciudad_Rodrigo.svg |
Tras ser objeto de disputas entre árabes y cristianos durante siglos, esta plaza fuerte fue repoblada en el año 1100 por el conde Rodrigo González Girón, quien le dio su nombre definitivo. El rey de León, Fernando II, terminó la repoblación de la zona y acometió ambiciosos proyectos, entre ellos la fortificación de la ciudad y la restauración del antiguo puente romano. Al mismo tiempo, bajo su reinado volvió a ser sede episcopal y comenzaron las obras de la hermosa CATEDRAL DE SANTA MARÍA (enlace a nuestra publicación), punto de inicio de nuestra visita, accesible a personas con movilidad reducida.
En su fachada, destaca la PUERTA DE LAS CADENAS, con un friso en el que aparecen varios relieves escultóricos.
A los pies de la nave principal se descubre el PÓRTICO DEL PERDÓN O DE LA GLORIA, ubicado en el hastial occidental, una obra ya gótica de mediados del siglo XIII aunque inspirada en portadas más antiguas.
Otro elemento que reclama la atención es la SILLERÍA DEL CORO, en la que aparecen algunas escenas profanas talladas por Rodrigo Alemán en 1498.
No menos interesante es su CLAUSTRO gótico, cuyas galerías están cubiertas por preciosas bóvedas de crucería.
Los capiteles, de gran índole moral, representan la lucha entre el bien y el mal, y el mundo de las tinieblas, para acrecentar la fe y luchar contra nuestras pasiones.
Ya en el exterior del templo, avanzamos por la calle Cardenal Pacheco, donde además de nuestro alojamiento, se encuentra la CAPILLA DEL MARQUÉS DE CERRALBO, soberbio templo de estilo herreriano y rematado por una gran cúpula con cimborrio. Fue levantada en el siglo XVI "para hacer sombra a la catedral" como panteón funerario de la familia Pacheco por el cardenal Francisco Pacheco de Toledo, embajador en Roma, virrey de Nápoles y arzobispo de Burgos.
Las principales edificaciones de su casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico, datan de entre los siglos XV y XVI, época en que la ciudad vivió una gran periodo de esplendor. Pudiendo admirar alguno de estos en su PLAZA MAYOR, el centro neurálgico y, antiguamente, el lugar de celebración del mercado. Aquí se reunían los escribanos y se situaba la Iglesia de San Juan, una de las principales de la ciudad, en cuyo claustro se reunía el Consistorio antes de que se levantase el actual edificio que data del siglo XVI. El edificio del AYUNTAMIENTO ubicado en un extremo, fue restaurado en 1904 por Joaquín de Vargas, sin respetar la obra original. Se eliminó el tercer piso, la espadaña barroca y se añadió el ala sur siguiendo el modelo de la fachada principal renacentista formada por dos galerías de tres arcos carpaneles.
Entre los arcos se pueden observar medallones y esculturas que representan personajes de la Antigüedad.
En los laterales se levantan sendas torrecillas a modo de contrafuertes, en la de la derecha está labrado el escudo de Carlos V, el de la ciudad y el del corregidor de aquel momento.
Si echamos un vistazo al resto de la Plaza también podemos ver otros edificios interesantes, como el de la Antigua Audiencia Real, que hoy se utiliza como alojamiento turístico, o el PALACIO DEL PRIMER MARQUÉS DE CERRALBO o Casa de los Cueto, edificado en el siglo XVI, época de la que se conserva la estructura y las dos puertas de acceso con arcos trilobulados y el friso de grutescos que decora la planta noble.
Sobre él se pueden observar tres escudos: en el centro las armas de Pacheco y Osorio, los primeros apellidos del marqués de Cerralbo; y en las esquinas, inclinados según la moda valona, las armas de los Álvarez de Toledo y Enríquez. En ese nivel se pueden ver dos columnillas torsas encastradas en las esquinas que hacían de mainel, restos de dos ventanas esquineras. Del siglo XIX es la crestería que remata el edificio y de los años 30 del siglo XX algunos detalles arquitectónicos ideados por los nuevos propietarios.
Pueden llamar la atención los “escudos inclinados” o terciados a la valona, muy habituales en la arquitectura civil mirobrigense. Según la leyenda señalarían las casas de los hijos ilegítimos, aunque en realidad responderían a una moda de Países Bajos y Germania introducida en la Península con llegada de los Austrias (Carlos V y Felipe II).
Aquí también se celebra una de las fiestas más esperadas del año por los habitantes de Ciudad Rodrigo, el CARNAVAL DEL TORO. Tal y como su propio nombre indica, esta celebración tiene un marcado carácter taurino. La Plaza Mayor se convierte, por unos días, en escenario de capeas, novilladas y otros festejos.
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Foto de: https://www.ciudadrodrigo.es/ayuntamiento/carnaval-del-toro-2025/ |
En la rúa del Sol, muy cerca del Ayuntamiento, nos topamos con la CAPILLA DE LA VENERABLE ORDEN TERCERA, pequeña capilla del s. XVIII proyectada por Ventura Moiños. En su interior se puede contemplar una imagen de la Virgen de las Angustias que se procesiona en la Semana Santa mirobrigense.
En la misma calle se encuentra la TORRE DE LA CASA DE LOS GARCILÓPEZ DE CHAVES, levantada en la primera mitad del siglo XV. Ocupaba toda la manzana, pero hoy solo queda la torre originalmente con troneras, erigida en 1496, y desmochada posteriormente y muy reformada, pues fue cuartel de caballería durante el siglo XVIII, albergando más tarde el Casino Mirobrigense y más recientemente el Centro Cultural el Porvenir. Destacan en la fachada la torrecilla de la escalera de caracol; los escudos de las esquinas, con sus correajes tallados en la piedra, dispuestos “a la valona” (inclinados); y los adornos platerescos de las ventanas, que fueron abiertas en el siglo XVI. Desde la Guerra de la Independencia es conocida como “casa del cañón”, porque, según cuenta la tradición, allí había uno montado con el que se disparó a los franceses cuando entraron en la Plaza Mayor.
El paseo nos acerca ahora a la IGLESIA DE SAN PEDRO Y SAN ISIDORO, una de las escasas representaciones del románico mudéjar o románico del ladrillo que se encuentra más hacia el oeste de la Península. De la fábrica primitiva, construida a finales del s. XII o principios del XIII, únicamente se conservó el ábside de la parte del evangelio, la portada septentrional y otra portada, cegada hoy día, en la fachada occidental. El ábside aparece decorado con cinco arcos ciegos de ladrillo, en los cuales, en su interior, se crearon otros más pequeños, y en el central una pequeña ventana en cuya parte superior existe un friso también realizado a base de ladrillos.
La portada septentrional se encuentra protegida por un pórtico construido posteriormente. Presenta dos arquivoltas de medio punto decorada con hexapétalas representadas en círculos perlados y separadas por molduras de billetes. Se apean sobre impostas situadas en las jambas. A los lados de la portada aparecen dos pilastras con baquetones que soportan un tejaroz que tiene seis canecillos bien elaborados y que se disponen de forma simétrica alrededor de una cabeza femenina coronada. Por encima de este tejaroz aparece un friso de arcos ciegos de ladrillo.
Fue reformada en los siglos XVI, XVIII y XX para albergar los panteones familiares de familias nobles mirobrigenses, entre las que destacan los Vázquez, que costearon la capilla mayor. Un indiano miembro de esta familia regaló a la parroquial un hermoso óleo de la Virgen de Guadalupe obra del mexicano Juan Correa (1646-1716).
En la Pl. Cristóbal Castillejo nos llama la atención la CASA DE LOS VÁZQUEZ, que conjuga en su exterior elementos góticos, como el alfiz que enmarca la puerta principal o la ventana del piso superior y destacando el virtuosismo en la cantería haciendo ambos vanos en esquina. Fue edificada a comienzos del s. XVI por Francisco Vázquez, conocido como el Indiano, cuya sepultura se puede ver en la cercana Iglesia de San Pedro y San Isidoro, mencionada anteriormente. En la segunda década del siglo XX, D. José Manuel Sánchez-Arjona y de Velasco, el Buen Alcalde, propietario de la casa, reconstruyó el interior combinando los estilos neomedieval, neorenacentista y neoislamico. Es visitable el zaguán donde se pueden admirar el artesonado casetonado y parte de las ricas azulejerías sevillanas (talleres Vda. de Tova Villalva) presentes también en otras estancias, de las que disfrutó Alfonso XIII en 1928 cuando se hospedó en el palacio durante una visita del monarca a la ciudad. Desde 1944 es la sede de Correos.
Cerca veremos la IGLESIA DE SAN AGUSTÍN, que fue capilla del antiguo convento de los dominicos, fundada a finales del siglo XVI con el deseo del Regidor de la ciudad Francisco de Chaves, que tenía la intención de convertir la iglesia en panteón de la familia. Aunque se eligió una parcela que estaba extramuros, unos años después pasaron al casco urbano en unas casas de esta familia Chaves, sitas en la Judería.
Cruzamos la PUERTA DE SANTIAGO, ubicada en el lado sur de la ciudad y una de las seis que todavía perviven de las nueve puertas y postigos que tenía el recinto amurallado. Recibe su nombre actual de una antigua parroquia de extramuros dedicada al apóstol y que hoy ya no existe. Durante el siglo XIV se conocía como Puerta de los Judíos, porque al lado se encontraba la sinagoga. La restauración que se realizó en 2002 descubrió antiguos fosos y barbacanas, que han quedado dibujados en el pavimento, y se dejó al descubierto uno de los fosos que la protegía y cuya presencia se puede intuir por los cigoñales para el puente levadizo que conserva en la fachada.
Aquí nos asomamos a un mirador que nos regala unas estupendas vistas del Puente sobre el río Águeda y sus riberas. Aunque su origen pudo ser romano, nada queda hoy de esa época en el puente. El actual PUENTE MAYOR, denominado en la documentación dieciochesca como Puente Principal o Puente Grande, es fruto de dos fases constructivas. Así, los cuatro arcos más cercanos al arrabal son de época medieval, y la parte más cercana a la ciudad que, al mediar el s. XVI, era de madera, fue proyectada en 1769 por Juan de Sagarbinaga, quien se encargó, junto a Simón del Cotero Crespo, de su materialización.
Nos dirigimos ahora a la plaza Dámaso Ledesma, musicólogo, sacerdote, organista, compositor español, y autor del himno de Ciudad Rodrigo. A lo largo de los siglos, esta plaza ha sido conocida con múltiples nombres, primeramente Campo de Flores; luego del Barro, por instalarse aquí la venta de los alfareros; del Carbón, de los huevos, aunque su nombre oficial era el de Cervantes.
En torno a esta coqueta plazuela se alzan varios edificios destacados, como la CASA DE LOS SÁNCHEZ DE ROBLES, presidida por tres escudos; o el CUARTEL DE ARTILLERÍA, también llamado Cuartel de la Bomba, fue construido en el siglo XVIII para guardar cañones y otras armas de guerra; durante la Guerra de la Independencia sirvió como albergue para las tropas. Destaca el escudo de los Borbones en su fachada.
Sobresaliendo entre todos ellos, el monumental PALACIO DE LOS ÁGUILA o del Príncipe, construido entre los siglos XVI y XVII por Hernando de Güemes y su hijo para la familia de los Águila, uno de los linajes más importantes de Ciudad Rodrigo. Es el palacio de mayores dimensiones de la ciudad, y en su fachada se pueden ver las distintas fases constructivas. La puerta de grandes dovelas con los escudos familiares y enmarcadas por un alfiz en cuyos extremos, sobre candeleros vemos el león y el águila, símbolos de la familia. La rica ventana de la izquierda es renacentista, mientras que el balcón es de época barroca. En el interior se esconde un imponente patio plateresco. Destaca la labra de los antepechos de la planta superior, con hombres, máscaras y centauros alados. La crujía este fue realizada por J. Tarabella en 1910 imitando a las demás.
A mediados de octubre, cuando el sol ya se esconde temprano y las sombras invaden las calles, a las ocho de la noche el casco antiguo se transforma en un rincón misterioso. Nosotros, sin embargo, seguimos con nuestra exploración, avanzando hacia la plaza, donde se alza imponente el CASTILLO, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad y guardián de siglos de historia. El Alcázar fue levantado por Enrique II de Trastámara en el siglo XIV, tras la guerra civil con su hermano Pedro I el Cruel (por quién había tomado partido Ciudad Rodrigo) en la parte más alta y escarpada de la ciudad, defendiendo el costado del río que hace la función de muralla natural.
En medio del recinto fortificado, rematado con merlones, destaca la torre del homenaje, compuesta por dos cuerpos cúbicos, más pequeño y moderno el superior.
Fue museo y hotel en los años 20 del pasado siglo, por iniciativa del “Buen Alcalde”, Manuel Sánchez Arjona. Desde el año 1931 es Parador Nacional, siendo por tanto uno de los más antiguos de España.
En esta Plaza del Castillo, el VERRACO VETÓN DE CIUDAD RODRIGO (enlace a nuestra publicación), mencionado anteriormente, ocupa la totalidad de una minúscula rotonda, a los pies del alcázar.
Seguimos nuestro paseo hasta toparnos con la CASA DE LA CADENA, de la que nada se sabe de sus orígenes, aunque se data en la primera mitad del siglo XVI, al que corresponde el estilo plateresco. Destaca su portada de arco de medio punto con grandes dovelas enmarcado con un alfiz remarcado por una cadena tallada en la piedra, de donde viene el nombre de la casa. Este elemento podría hacer referencia a que detentase el derecho de asilo. En las ventanas originales luce una decoración plateresca, mientras que el resto fueron abiertas en épocas posteriores. Asimismo, los escudos de la familia Lugones y Pacheco, protegidos por veneras, fueron añadidos en la segunda mitad del XVI.
Nuestra siguiente parada será la CASA DE LA MARQUESA DE CARTAGO, capricho aristocrático, levantado en la última década del siglo XIX por Concepción Narváez y del Águila, primera marquesa de Cartago.
Se desconoce el nombre del arquitecto, muy posiblemente ajeno a Ciudad Rodrigo, por las similitudes con la arquitectura residencial madrileña. Con una marcada estructura simétrica, destaca la forma y decoración de las ventanas de inspiración gótica y flamenca que recuerdan a la Casa de la Conchas de Salamanca. Sobre la puerta, destacan las figuras de los reyes de armas, que aparecen sosteniendo los escudos con los apellidos de la marquesa. Muy llamativa es la garita almenada, diseñada con el único fin de ver y ser vistos. La marquesa murió sin verlo terminado y los nuevos propietarios lo reformaron en los años 50 del siglo XX. En esta intervención se eliminó el patio neoárabe y reforzaron el carácter neogótico del edificio, disponiendo las rejas de las ventanas del piso inferior y de la puerta (obra de Ricardo Botello Delgado).
Nos dirigimos de nuevo a la Plaza Mayor, el corazón palpitante de la ciudad, donde nos esperaba una variedad de acogedores locales listos para ofrecernos algo para cenar. Su gastronomía destaca por los embutidos y carnes de la dehesa y los huevos con farinato, quizá el más genuino plato local.
Sin embargo, no podíamos dejar de lado la magia del lugar, así que, tras recargar energías, nos preparamos para seguir descubriendo todo lo que esta ciudad aún tenía por regalarnos. ¡La aventura continuaba!
Nos dirigimos ahora hacia la Plaza del Conde, donde se sitúa el PALACIO DE LOS NIETO DE SILVA o del Conde de Alba de Yeltes. El edificio actual data de principios del siglo XVIII, aunque hubo uno anterior, renacentista, propiedad de la familia Nieto Silva. Tras albergar un cuartel, en 1945 fue adquirido por la Caja de Ahorros de Salamanca y restaurado completamente por Joaquín Secall. Esta intervención conllevó grandes alteraciones en el palacio, introduciendo los frontones triangulares, los relieves de estilo renacentista en los alféizares y las rejerías. Asimismo, creó el cuerpo aterrazado que da a la calle Madrid, donde se encuentra la portada principal que recreó la antigua puerta principal del palacio.
Los escudos sobre la puerta principal corresponden a los del conde y su mujer: Nieto, Silva, Pacheco y Guzmán.
Muy cerca de este y abierta en el lienzo norte de la muralla se abre la PUERTA DEL CONDE. Sobre ella se levantaba una de las torres de defensa, y durante varios siglos su acceso con bóveda de cañón fue el más amplio y alto de la muralla, siendo la conexión principal con el Arrabal de San Francisco. Su nombre recuerda al Conde Rodrigo a quien se encargó la repoblación de la ciudad inicialmente. Sobre la clave del arco hacia el interior se abre una hornacina que acoge una imagen de la Virgen con el Niño de estilo románico.
En el exterior, a un lado y a otro de la puerta y pegados a las murallas estuvieron en el siglo XVII, la alhóndiga y el peso de la harina.
Las puertas se cerraban durante la noche y cerca de cada puerta existía un cuerpo de guardia para albergar a los soldados que se turnaban en la vigilancia. Los cuerpos de guardia que funcionaban en 1710 estuvieron en las inmediaciones de las puertas de la Colada, del Conde, de Santiago, del Sol, del Alcázar y de la hoy tapiada puerta del Rey. Solo han llegado dos de estas construcciones hasta nuestros días, siendo visitable el de esta Puerta del Conde, que acoge el Centro de Interpretación de Fortificaciones.
Volviendo de nuevo al interior del recinto amurallado, nos llama la atención la delicada ventana esquinada bajo el escudo en ángulo y la bella cornisa de bolas de la CASA DE CUETO CARAVEO. Esta casa del siglo XVI fue fruto de la unión de Juan Díez de Cueto y doña Juan de Caraveo. Aunque ha sufrido importantes modificaciones aún conserva su portada de arco de medio punto de grandes dovelas, ligeramente recortadas cuando se abrió el balcón en el siglo XVIII.
No muy lejos de esta se encuentra la Casa de las Cuatro Calles o CASA DE LOS MIRANDA OCAMPO, primera casa solar de los Miranda, como testimonian los escudos, fue levantada en el siglo XVI y vendida al Cabildo Catedralicio en 1700, llegando al siglo XX en muy mal estado de conservación. Gracias a Lorenzo González Iglesias se inició su restauración en 1948. Lo más destacable es la portada abierta en ángulo hacia las cuatro calles, de ahí su nombre. Enmarcada por un entablamento sobre semicolumnas dispuestas en esviaje (desviadas respecto a la fachada para mantener la perspectiva). Sobre la puerta, a duras penas, se lee una inscripción en latín que se traduce como “Oh Muerte, solo tú eres el descanso de los trabajos de esta vida mortal”.
Aún nos quedaba mucho por explorar, pero, como suele pasar cuando uno se divierte, el tiempo parecía volar. La noche había caído con sigilo, y aunque el deseo de seguir descubriendo nuevos rincones nos impulsaba, sabíamos que era hora de regresar al hotel. Necesitábamos descansar para estar listos para la siguiente jornada, que nos llevaría a recorrer los encantadores pueblos de la Comarca de la Sierra de Francia, como La Alberca; Miranda del Castañar o Mogarraz donde la magia de la tradición y la belleza natural nos aguardaba. ¡La aventura continuaría los días siguientes, más intensa que nunca!
TODA LA INFORMACIÓN INCLUIDA EN ESTA PUBLICACIÓN, HA SIDO RECOGIDA DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
https://turismo.ciudadrodrigo.es/arquitectura-civil/
https://www.asturnatura.com/turismo/guia/casa-mayor-de-los-vazquez-de-ciudad-rodrigo-3464
https://turismo.ciudadrodrigo.es/arquitectura-militar/
https://www.turismocastillayleon.com/es/patrimonio-cultura/ciudad-rodrigo
https://es.wikipedia.org/wiki/Ciudad_Rodrigo
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