Desde la Edad Media, la CALLE SANTA MARÍA es la más notable de la villa. A ella, como si de una espina de pez se tratase, vienen a dar todas las calles y callejas del casco urbano. En sus extremos se abrían las dos puertas más importantes de la cerca: la de Cimadevilla, junto a la actual ERMITA DE SAN ROQUE.
El cacabelense Don Mateo Chicarro, perteneciente a la pequeña nobleza local, reconstruyó en el año 1590 la ermita de la Vera Cruz. Unos pocos años después, tras las mortíferas pestes de 1599, su patrono le cambiaría la advocación por la de San Roque, santo protector contra la peste. Desde esta fecha hasta la actualidad ha sido preciso reedificarla «in fundamentis» en varias ocasiones, siendo la última la del año 1789.
En su interior, junto a la imagen de San Roque, existen dos altorrelieves
de madera policromada del siglo XVIII, que representan a San Gil de Casayo y
San Herberto de Cerdeña, ambos procedentes del MONASTERIO
DE CARRACEDELO (enlace a
nuestra publicación).
Como vemos, es en esta calle donde se conservan los ejemplos más
representativos de su arquitectura culta, religiosa y civil, y que durante
siglos vieron pasar riadas de peregrinos. Son casas y casonas, muchas de ellas
barrocas, que blasonan sus fachadas con excelentes labras heráldicas, exponente
fiel del orgullo de aquellas gentes que siempre supieron defender sus
privilegios y que llevaron a decir al mayordomo del marqués de Villafranca en
1667: «en esta villa no se teme a la justicia y cada uno hace lo que se le
antoja…»
En una de esas hermosas edificaciones ubicada a los pies del CAMINO DE SANTIAGO, se alza un caserón solariego del siglo XVIII. Sus cimientos conocen desde siempre el arte de la elaboración del vino y sus suelos se tiñeron miles de veces con el mosto de la mencía.
Abandonado durante algunas décadas, en 2003 nace allí la Bodega Cuatro Pasos, donde pudimos hacer una cata de los magníficos vinos del Valle del Bierzo. Cuatro huellas de oso descubiertas en un magnífico viñedo de las zonas más elevadas inspiraron el nombre de este vino.
A extramuros de la villa, se construyó en la Edad Media un hospital que
se mantuvo en pie hasta el siglo XVIII. En el mismo solar que ocupaba el
hospital y su capilla, hoy se levanta la Plaza de San Lázaro, en la que se
muestran interesantes ejemplos de arquitectura popular.
En el otro extremo de la Villa se alza el PUENTE MAYOR. Desde
época romana existió en Cacabelos un puente de fábrica para cruzar el río Cúa,
pero las limitaciones técnicas, la evolución de la trama urbana de la villa, la
acción del tiempo y de los hombres y sobre todo las grandes crecidas del río
han impedido que llegara hasta nosotros. El puente actual, con sus seis bóvedas
de sillería, es obra de los siglos XVI y XVIII y uno de los más monumentales y
mejor conservados de la provincia.
En sus inmediaciones tuvo lugar la famosa batalla de Cacabelos entre las
tropas francesas e inglesas el 3 de enero de 1809, y en la actualidad se ha
habilitado, aguas abajo, una excelente piscina fluvial aprovechándose
del muro de la antigua fábrica de luz.
A la salida de la villa, tras pasar el puente mayor y el de los molinos,
se encuentra el SANTUARIO DE LAS ANGUSTIAS. Se tiene constancia
documental de la existencia en este mismo lugar de una ermita dedicada a la
Virgen María, sin embargo tanto el edificio actual como la mayoría de retablos,
imágenes y pinturas son del siglo XVIII. En el camarín, se encuentra la imagen
de la «Virgen de la Quinta Angustia» (1764) y entre sus siete retablos destaca
el mayor (1758), obra de Miguel Nuñez y Juan de Solorzano. Una pintura de la
«Virgen de la Leche», el relieve del «Niño Jesús intercambiando unas cartas con
San Antonio de Padua» y el órgano, procedente del mencionado monasterio de
Carracedo, son algunas de sus piezas de mayor interés artístico.
Alrededor del santuario se ha construido recientemente (en el año 2000)
un moderno y magnífico albergue, recogiendo la hospitalidad tradicional de la
villa. Se realizó según el proyecto del arquitecto Don José María Aparicio
Alonso y tiene una capacidad para 74 peregrinos. Combina la funcionalidad de
sus celdas y demás dependencias con el respeto por el entorno natural y
arquitectónico.
Por último, ya a las afueras, se encuentra sobre un pequeño altozano la IGLESIA
DE SAN MARTÍN DE PIEROS, con su planta de cruz latina. De fundación
medieval, fue consagrada por el obispo Osmundo, de Astorga, en el año 1086. Conserva
de esta época parte de sus muros perimetrales, la portada septentrional y la
lápida fundacional, lo demás se construye en los siglos XVI y XVII. En su
interior destacan, por su mérito artístico, la talla de San Martín a caballo y
una talla románica de canon corto.
TODA LA INFORMACIÓN INCLUIDA EN ESTA PUBLICACIÓN, HA SIDO RECOGIDA DE LOS
SIGUIENTES ENLACES:
https://www.cacabelos.org/ayuntamiento/que-visitar/
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